Informante alertó sobre riesgos del sumergible Titán: advertencia no atendida

https://media.npr.org/assets/img/2023/06/21/gettyimages-12588842951-2de844a68ac2795e0e55a81e6ba2a2e30e6a9844.jpg

En junio de 2023, el sumergible Titán, de la empresa Oceangate, desapareció durante una inmersión al Titanic con cinco personas a bordo, incluyendo al director general de la empresa, Stockton Rush. El accidente culminó en la trágica pérdida de vidas, un evento que muchos consideraron evitable, dada la serie de advertencias que se habían realizado años antes. David Lochridge, un ex empleado de Oceangate, fue uno de los informantes clave que alertó sobre las fallas de seguridad en el diseño del Titán mucho antes del fatal incidente. Su denuncia, sin embargo, fue ignorada, y él mismo fue despedido en 2018 tras expresar sus preocupaciones. Ahora, después de la catástrofe, Lochridge ofrece su testimonio y revela los fallos de seguridad que, según él, contribuyeron a la tragedia.

Lochridge trabajó en Oceangate desde 2011, inicialmente como Director de Operaciones Marinas, y fue uno de los primeros en unirse al equipo que diseñaba el Titán, un submarino para llevar turistas a ver los restos del Titanic en el fondo del océano Atlántico. Al principio, la idea de crear un sumergible con un casco de fibra de carbono fue innovadora, pero a medida que avanzaba el proyecto, Lochridge comenzó a detectar serias deficiencias en los materiales y la construcción. Preocupado por la seguridad de las futuras expediciones, trató de alertar a la empresa sobre los riesgos inherentes al diseño y las pruebas insuficientes del Titán.

Conflictos y advertencias desatendidas

Lo que comenzó como un trabajo entusiasta para Lochridge se fue tornando cada vez más inquietante. A medida que las pruebas del Titán avanzaban, él fue testigo de múltiples fallos en los componentes del sumergible, particularmente en el casco de fibra de carbono. Descubrió que el material que se estaba utilizando no solo era defectuoso, sino que carecía de la capacidad para soportar las presiones extremas a las que el sumergible estaría expuesto a 3.800 metros de profundidad.

Lochridge insistió en la necesidad de una certificación de seguridad por parte de una organización independiente, algo que consideraba esencial, dada la naturaleza experimental del diseño. Sin embargo, la empresa desestimó sus preocupaciones. A partir de 2016, cuando la empresa dejó de colaborar con el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad de Washington y comenzó a trabajar internamente, las alarmas de Lochridge se hicieron más intensas.

En 2018, después de varios intentos fallidos de llamar la atención de los responsables de Oceangate, Lochridge decidió denunciar la situación ante la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA). Su denuncia, que estaba relacionada con los riesgos inherentes a la construcción del Titán, fue enviada también a la Guardia Costera de Estados Unidos, pero la respuesta fue lenta y, según Lochridge, ineficaz.

La denuncia y el despido

Lo que parecía ser una acción valiente para salvar vidas terminó siendo el principio de una serie de represalias por parte de Oceangate. Tras hacer públicas sus preocupaciones, Lochridge fue convocado a una reunión con Stockton Rush y otros directivos de la empresa. En esta reunión, tras un acalorado intercambio de opiniones, Rush se mostró escéptico ante las advertencias de Lochridge y, al día siguiente, lo despidió.

Poco después de su despido, la empresa presentó una demanda contra Lochridge por incumplimiento de contrato y otras acusaciones, lo que llevó a una batalla legal entre ambas partes. A pesar de las dificultades legales y las presiones, Lochridge se mantuvo firme en su postura y continuó tratando de alertar sobre los problemas de seguridad en el Titán.

La tragedia y las lecciones no aprendidas

El reporte de la Guardia Costera de los Estados Unidos acerca de la implosión del Titán en junio de 2023 corroboró lo que Lochridge había alertado años antes. El documento describió varios fallos en la seguridad y las pruebas del sumergible, coincidiendo con las acusaciones del antiguo trabajador de Oceangate. Pese a estas advertencias, la empresa continuó con las expediciones, lo que resultó en la tragedia.

La explosión interna del Titán y la subsiguiente pérdida de vidas destacan las devastadoras consecuencias de ignorar las advertencias relacionadas con la seguridad en proyectos ambiciosos. El suceso enfatiza la relevancia de contar con una supervisión estricta y de prestar atención a las voces de expertos y denunciantes dentro de las organizaciones. A pesar de los intentos de Lochridge y otros para detener el avance del proyecto, se pasaron por alto tanto el sistema de seguridad como las certificaciones necesarias, conllevando a la tragedia.

Consecuencias y pasos a seguir

Después del suceso fatal, Oceangate reaccionó con prontitud, aunque no logró evitar la desgracia. La compañía detuvo sus actividades y cooperó con las averiguaciones. No obstante, el impacto ya se había producido y la pérdida de vidas dejó una marca en el sector. En opinión de Lochridge, el incidente podría haber sido prevenido si tanto las autoridades como la empresa hubieran procedido con más cuidado.

El asunto del Titán suscita varias interrogantes relacionadas con la responsabilidad empresarial y la carencia de una supervisión apropiada en proyectos pioneros. Las enseñanzas que deben extraerse comprenden la urgencia de incrementar la transparencia, realizar investigaciones detalladas y adoptar un enfoque más riguroso respecto a la seguridad en el sector tecnológico y científico.

El informante, que a pesar de las dificultades se mantuvo firme en su postura, no solo busca justicia para las víctimas, sino también garantizar que incidentes como el del Titán no se repitan. El legado de esta tragedia podría ser el cambio en los protocolos de seguridad para futuros proyectos submarinos y otras iniciativas tecnológicas de alto riesgo.

Por Beatriz León Rojas

Inspirado en tu visita